¿El aire contaminado anula los beneficios del ejercicio?
Todo el mundo sabe que el ejercicio es bueno para el corazón, ¿pero qué pasa si su única opción es correr o caminar por las calles urbanas llenas de esmog? ¿Sigue ofreciendo beneficios a largo plazo?
Sí, afirma un estudio que duró casi 20 años.
“La contaminación del aire no es una excusa para no hacer ejercicio. Incluso en las áreas con contaminación, el ejercicio sigue ayudando”, señaló el Dr. Peter Mercurio, un cardiólogo en el Hospital de Northern Westchester en Mount Kisco, Nueva York, que revisó los hallazgos.
Aunque el estudio no observó a las personas con enfermedades respiratorias, las que sufren de afecciones como el asma deben seguir evitando hacer ejercicio al aire libre cuando los niveles de contaminación sean altos, según la Asociación Americana del Pulmón (American Lung Association). Una contaminación atmosférica alta puede provocar ataques de asma.
Pero para la mayoría de personas sanas, los hallazgos del estudio sugieren que ir en bicicleta, hacer jardinería y jugar deportes puede conducir a un corazón más sano y a una reducción en el riesgo de un primer ataque cardiaco o la recurrencia de un ataque cardiaco, incluso en una ciudad contaminada.
Las enfermedades cardiacas son una importante causa de muerte en Estados Unidos y Europa, según los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Se sabe que la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico aumenta el riesgo de ataques cardiacos y de muertes por los ataques cardiacos. De hecho, la exposición a la contaminación en el aire probablemente sea responsable de hasta 4.2 millones de muertes en todo el mundo.
Por otra parte, la actividad física puede reducir el riesgo de ataque cardiaco. Los desplazamientos activos, ya sea caminando o en bicicleta, se han vinculado con una reducción del 11 por ciento en el riesgo de ataque cardiaco o accidente cerebrovascular, anotaron los autores del estudio.
Pero otras investigaciones recientes han concluido que los beneficios de la actividad física quedaban anulados por los efectos nocivos de la contaminación atmosférica, añadieron los investigadores.
El nuevo estudio, dirigido por Nadine Kubesch, investigadora en la Universidad de Copenhague, incluyó a casi 52,000 personas nacidas en Dinamarca. Los participantes vivían en Copenhague o en Aarhus, y tenían de 50 a 64 años de edad al inicio del estudio a mediados de los 90.
Los voluntarios respondieron a preguntas sobre sus dietas, hábitos de ejercicio y otros factores que podrían contribuir al riesgo de ataque cardiaco, como fumar, el peso, el nivel educativo, el empleo y el estado civil.
Los investigadores reunieron información sobre la contaminación atmosférica por los vehículos motores (NO2) en los hogares de los voluntarios mediante una revisión de los datos nacionales sobre la contaminación atmosférica.
Durante el estudio, que duró casi dos décadas, hubo casi 3,000 primeros ataques cardiacos y 324 ataques cardiacos recurrentes, encontraron los investigadores.
Los que participaban en las cuatro actividades (jugar deportes, andar en bicicleta, caminar y hacer jardinería) durante cuatro horas o más por semana redujeron el riesgo de un ataque cardiaco recurrente a la mitad. El ciclismo moderado durante cuatro horas o más por semana redujo el riesgo de un ataque cardiaco recurrente en un 31 por ciento, encontró el estudio.
En general, los investigadores encontraron que jugar deportes se vinculó con una reducción del 15 por ciento en el riesgo de un ataque cardiaco. El ciclismo se asoció con una reducción del 9 por ciento en el riesgo de ataque cardiaco, y la jardinería se vinculó con una reducción del 13 por ciento en el riesgo de ataque cardiaco. Caminar no redujo las probabilidades de ataque cardiaco de forma significativa. Y aunque el estudio encontró esas asociaciones, no probó que el ejercicio hiciera que los riesgos cardiacos disminuyeran.
Vivir en áreas con mucha contaminación atmosférica se vinculó con un aumento del 17 por ciento en el riesgo de un primer ataque cardiaco, y con un aumento del 39 por ciento en el riesgo de un ataque cardiaco recurrente.
Pero la contaminación atmosférica no pareció disminuir los beneficios del ejercicio, dijeron los investigadores.
El Dr. Len Horovitz, especialista pulmonar en el Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York, dijo que el estudio sugiere que “el aire de mala calidad no anula los beneficios del ejercicio. Hacer ejercicio sigue siendo beneficioso, a pesar de la contaminación”.
Mercurio dijo que el estudio dejó muchas preguntas sin respuestas. Los investigadores midieron la contaminación atmosférica en casa… ¿pero qué hay de la exposición en el trabajo? Y, los participantes del estudio vivieron y trabajaron en las mismas áreas durante los 20 años del estudio, preguntó.
Horovitz también anotó que investigaciones anteriores han mostrado que la contaminación atmosférica puede contribuir al endurecimiento de las arterias, y se ha aconsejado a las personas que eviten hacer ejercicio en los momentos de máxima contaminación debido a esto.
En las ciudades más grandes que Copenhague o Aarhus, como Nueva York, Los Ángeles y Chicago, es probable que los efectos de la contaminación sean más potentes, añadió Mercurio. Dijo que evitar la contaminación cuando sea posible es buena idea.
“Hacer ejercicio en áreas menos contaminadas es mejor”, dijo. Si vive en una ciudad, quizá sea mejor que haga ejercicio en un parque que en la calle.
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