En los niños, unos límites estrictos para la presión arterial se vinculan con la salud cardiaca más adelante
Unas directrices más estrictas sobre la presión arterial de los niños podrían detectar mejor a los que tienen un riesgo de enfermedad cardiaca en la adultez, sugiere un estudio reciente.
En comparación con las directrices de 2004, las directrices actualizadas de 2017 de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) aumentó la cantidad de niños que se consideraba que tenían hipertensión.
Pero no se sabía si las nuevas directrices ayudarían a predecir cuáles niños tenían un mayor riesgo de enfermedad cardiaca prematura.
“Concluimos que, en comparación con los niños con una presión arterial normal, los que se reclasificaron con presión arterial elevada o alta eran más propensos a desarrollar hipertensión, engrosamiento de la pared del músculo cardiaco y síndrome metabólico en la adultez, todos factores de riesgo de la enfermedad cardiaca”, señaló la autora sénior del estudio, la Dra. Lydia Bazzano, profesora asociada de epidemiología en la Facultad de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns.
En el estudio, su equipo monitorizó los datos del Estudio cardiaco de Bogalusa, en que se inscribieron casi 4,000 participantes de 3 a 18 años de edad, y que los ha seguido durante 36 años.
Los investigadores encontraron que se identificó que un 11 por ciento de los participantes tenían hipertensión usando las directrices de 2017, frente a un 7 por ciento según las directrices de 2004.
Además, los hallazgos mostraron que un 19 por ciento de los que tenían hipertensión según las directrices de 2017 desarrollaron un engrosamiento del músculo cardiaco durante el periodo de seguimiento, frente a un 12 por ciento de los que tenían hipertensión según las directrices de 2004.
Bazzano anotó que no todos los niños en los que se identifica hipertensión según las nuevas directrices requerirán medicamentos.
“En la mayoría de los niños con hipertensión que no es provocada por una afección médica distinta ni por un medicamento, unos cambios en el estilo de vida son el núcleo del tratamiento”, comentó Bazzano en un comunicado de prensa de la revista.
“Es importante mantener un peso normal, evitar el exceso de sal, hacer actividad física con regularidad y comer una dieta saludable que sea rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, granos integrales, proteína magra, y limitada en sal, azúcares añadidos, grasas saturadas y trans para reducir la presión arterial”, explicó.
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