La AAP destaca el impacto de las primeras experiencias en la preparación escolar
Una nueva declaración de política hace un llamado a los pediatras para que trabajen con las familias y la comunidad para promover el desarrollo sano del cerebro y las destrezas socioemocionales que son la base del aprendizaje.
Preparar a los niños para la escuela empieza mucho antes del primer día del preescolar o del kínder. De acuerdo con una nueva declaración de política de la American Academy of Pediatrics (AAP), ayudar a los niños a desarrollar las destrezas físicas, socioemocionales, cognitivas y del lenguaje que necesitan debe empezar desde el nacimiento.
La investigación sobre el desarrollo del cerebro enfatiza los efectos de las primeras experiencias, relaciones y emociones para crear y reforzar las conexiones neurales que son la base del aprendizaje, enuncia la declaración. Como pediatras podemos ayudar a garantizar la salud física de los niños, y también podemos trabajar con las familias y las comunidades para promover otros componentes socioemocionales vitales para la preparación escolar.
“Los encargados del cuidado de los niños son los primeros maestros, y los pediatras pueden ayudar a las familias a ofrecer un entorno seguro, estable, propicio y estimulante para el aprendizaje”, dijo P. Gail Williams, MD, FAAP, miembro del Consejo de la Infancia Temprana de la AAP y autora principal de la declaración. La declaración destaca la importancia de una orientación anticipatoria y de acuerdo con la edad sobre el desarrollo social y emocional necesario para la preparación escolar, por ejemplo, y la formas para abordar las inquietudes del comportamiento de una manera proactiva y que promueva habilidades.
Entre otras recomendaciones de la declaración de política, que se adiciona al informe técnico del 2008 sobre la preparación escolar que fue reafirmado por la AAP en el 2012, la comunidad pediátrica debe:
Animar a las familias a incorporar actividades en su rutina diaria que refuercen el lenguaje las habilidades cognitivas y el lazo entre padre e hijo, tales como la lectura, contar historias y jugar juntos. Dar ejemplo de interacciones entre adulto y niño apropiadas para la edad durante las visitas de control.
Hacer evaluaciones para detectar problemas del desarrollo y otros factores que puedan interferir con el aprendizaje. Estas incluyen factores de “estrés toxico” que puedan impactar el desarrollo del cerebro y de la salud socioemocional, tales como el abuso infantil y la negligencia, la depresión maternal, alimento o vivienda inadecuados y la violencia doméstica. También ofrecer ayuda para conectar a las familias con recursos de intervención en la comunidad.
Abogar por una educación temprana de alta calidad, programas para padres e hijos y asistencia para la familia basada en evidencia, tales como visitas al hogar que ayuden a brindar los cimientos para un aprendizaje óptimo. Asesorar a las familias para que identifiquen las características que deben tener las instalaciones de calidad para el cuidado infantil.
Apoyar el financiamiento de programas estatales o federales para las comunidades que garanticen vivienda adecuada, servicios de salud y nutrición para los niños en sus años formativos y brindar entornos seguros donde los niños puedan explorar y jugar.
Incorporar componentes para la preparación escolar en la capacitación durante la residencia médica pediátrica y apoyar futuras investigaciones sobre cómo se pueden lograr la preparación escolar de forma eficaz.
“Debido a que los pediatras con frecuencia son los únicos profesionales de salud y desarrollo que son parte de la vida del niño pequeño, están en una posición ideal para trabajar con las familias y la comunidad para supervisar y promover los elementos críticos de las experiencias tempranas para fomentar la preparación escolar”, dijo el Dr. Jeffrey Okamot, MD, FAAP, ex presidente inmediato del Consejo de Salud Escolar de la AAP y co-autor de la declaración de política.