Las siestas podrían agudizar las habilidades lingüísticas de los niños en edad preescolar
Aprender nuevas palabras puede ser un desafío para cualquier niño en edad preescolar, pero los niños que hacen la siesta podrían tener una ventaja respecto al desarrollo de las habilidades lingüísticas, sugiere un nuevo estudio.
Los investigadores evaluaron a 39 niños de 3 años de edad y encontraron que los que hacían la siesta tras aprender nuevos verbos tenían una mejor comprensión de las palabras 24 horas después.
“Hay muchas evidencias de que distintas fases del sueño contribuyen a la consolidación de la memoria, y una de las fases realmente importantes es el sueño de ondas lentas, que es una de las formas más profundas de sueño”, apuntó la coautora del estudio Rebecca Gómez, investigadora principal del Laboratorio de Cognición Infantil de la Universidad de Arizona.
“Lo que es realmente importante en esta fase es que en esencia lo que el cerebro hace es reproducir los recuerdos durante el sueño, de forma que los ritmos cerebrales que ocurren durante el sueño de ondas lentas… en realidad están reactivando esos patrones, esos recuerdos, y reproduciéndolos y fortaleciéndolos”, explicó Gómez en un comunicado de prensa de la universidad.
A pesar de los hallazgos, los padres no deben preocuparse si no logran que sus hijos en edad preescolar tomen siestas durante el día, anotaron los investigadores. Lo más importante es la cantidad total de sueño. Los niños en edad preescolar deben dormir de 10 a 12 horas en un periodo de 24 horas.
“Sabemos que los niños que no duermen lo suficiente pueden tener consecuencias a largo plazo”, incluyendo un mal rendimiento en pruebas de habilidades mentales, dijo Gómez.
Si los niños no duermen lo suficiente de noche, es una buena idea animarles a hacer la siesta durante el día, sugirieron los autores del estudio.
“Es importante crear oportunidades para que los niños hagan la siesta, tener una hora regular en su horario en que puedan hacerla”, dijo Gómez.
En el estudio, los investigadores eligieron evaluar qué tan bien los niños aprendían y comprendían verbos en lugar de sustantivos porque las palabras de acción por lo general son más difíciles de dominar que los nombres, como “mamá” o “perrito”, que con frecuencia con las primeras palabras que los niños aprenden.
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