Marihuana + alcohol = calificaciones bajas en la universidad
Un exceso de alcohol quizá no dañe a largo plazo las calificaciones promedio (GPA) de un estudiante universitario, pero añadir marihuana al panorama puede hacer que las calificaciones caigan en picado, sugiere una nueva investigación.
La investigación de dos años encontró que, si todos los demás factores eran equivalentes, los estudiantes de primer y segundo año que consumían de forma constante cantidades entre moderadas y altas de ambas sustancias tenían unos GPA más bajos que sus compañeros sobrios.
Pero los que bebían mucho y tenían un uso de marihuana relativamente bajo no parecieron experimentar un descenso duradero en sus calificaciones, a pesar de una reducción inicial durante el primer semestre, encontraron los investigadores.
“Esto nos sorprendió, ya que se pensaría que el alcohol en sí tendría un efecto profundo en las calificaciones, pero no pareció ser así”, dijo el autor del estudio, Shashwath Meda.
Meda es asociado principal de investigación clínica en el Centro de Investigación en Neuropsiquiatría Olin y el Hospital/Instituto de la Vida Hartford, en Connecticut.
El equipo del estudio anotó que más o menos un 80 por ciento de los estudiantes universitarios consumen alcohol, y la marihuana queda en un cercano segundo lugar como la droga más popular en el campus. Y casi 6 de cada 10 de los que beben alcohol dicen que lo han hecho en combinación con el consumo de marihuana.
La investigación actual revisó datos de más de 1,000 estudiantes que tenían entre los 18 y los 23 años de edad al entrar en la universidad.
Las puntuaciones del SAT indicaron que todos los estudiantes habían obtenido calificaciones comparables antes de ser aceptados en la universidad.
Cada semestre, se pidió a cada estudiante que indicara si bebía alcohol o fumaba marihuana, y si era así, en qué cantidad.
Aproximadamente un 40 por ciento de los estudiantes dijeron que consumían muy poco alcohol o marihuana, o que no consumían nada. Otro 40 por ciento dijeron que consumían cantidades entre moderadas y altas de alcohol, pero muy poco o nada de marihuana. Alrededor de un 20 por ciento dijeron que eran consumidores empedernidos de ambos; se definió un consumo alto de marihuana como fumar la droga 20 o más veces al mes.
Casi ningún estudiante dijo que fumaba mucha marihuana y que apenas bebía, y la mayoría de estudiantes persistieron en sus hábitos de uso de sustancias durante el periodo de dos años del estudio.
Cuando se compararon con los abstemios o los que usaban niveles bajos de ambas sustancias, los usuarios entre moderados y empedernidos tanto de alcohol como de marihuana tenían unas calificaciones más bajas en general. Por ejemplo, los no usuarios tenían un GPA promedio de 3.1 al final del primer trimestre, en comparación con 2.7 entre los usuarios empedernidos de ambas sustancias, mostraron los hallazgos.
En contraste, el descenso inicial en las calificaciones entre los que bebían de forma empedernida y fumaban con poca frecuencia se recuperó en el segundo semestre, y no volvió a descender.
Meda añadió que “algo interesante es que un análisis de seguimiento también mostró que los estudiantes que pudieron moderar o reducir su uso de drogas a lo largo del periodo de dos años también experimentaron una mejora en su GPA”.
Dicho esto, Meda enfatizó que su equipo no probó que la combinación de alcohol y marihuana socavara de forma directa el rendimiento académico.
“Este estudio de ninguna manera implica causalidad, solo una asociación entre ambos”, dijo.
Meda comentó que sospecha que la presión paritaria probablemente sea un factor importante en el uso excesivo de sustancias entre los estudiantes, y que muchos llegan a la universidad con un sentido distorsionado de qué es lo “normal” respecto a la conducta de consumo de alcohol y de fumar.
“Creemos que proveer información, intervenir y monitorizar desde el inicio podría ser clave, tanto por parte de los padres en casa como de las universidades, sobre todo en el primer semestre”, sugirió.
“Las universidades deben esforzarse más por limitar la exposición al alcohol de los estudiantes de primer año, y quizá tener grupos de respaldo y otros recursos disponibles para los estudiantes que necesiten ayuda con el uso de drogas o incluso con los problemas sociales (como la presión paritaria) que podrían empujarlos al uso del alcohol y/o la marihuana”, planteó Meda.
Paul Armentano, subdirector del NORML, un grupo de defensoría para la legalización de la marihuana, sugirió que los hallazgos se deben considerar en su contexto.
“Hay que reconocer que se identificó a relativamente pocos estudiantes como usuarios empedernidos tanto de alcohol como de marihuana en esta cohorte”, anotó. “Y eso es bueno”.
Armentano dijo que “al abordar el uso de esas sustancias entre los adultos más jóvenes como un problema de salud pública en lugar de un tema de justicia criminal, estamos en una mejor posición para educar a los jóvenes sobre el riesgo del mal uso de las drogas, y ofrecerles las habilidades necesarias para discernir entre el uso y el abuso”.
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