Más adolescentes y niños de EE. UU. buscan atención de salud mental en las salas de emergencias
Los departamentos de emergencias de EE. UU. están experimentando un aumento en el número de niños y adolescentes que buscan ayuda por problemas de la salud mental, advierte una nueva investigación.
Tan solo entre 2011 y 2015 hubo un aumento del 28 por ciento en las visitas psiquiátricas entre los estadounidenses de 6 a 24 años de edad.
“Las tendencias no fueron una sorpresa”, afirmó el autor del estudio, Luther Kalb, dado que “el uso del departamento de emergencias por motivos de salud mental ha estado aumentando durante cierto tiempo” en todos los grupos de edad.
¿Pero por qué está sucediendo entre los jóvenes?
“Las crecientes epidemias de suicidio y opioides sin duda son un factor”, dado que “el departamento de emergencias tiene un rol crítico en el tratamiento de las sobredosis”, apuntó.
“Los proveedores del departamento de emergencias también podrían ser más propensos a detectar y/o preguntar sobre los problemas de salud mental, lo que conduce a una mayor detección”, añadió Kalb, profesor asistente en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore. “Quizá los padres también sean más propensos a reportar los síntomas del niño”.
“También hay un aumento en el uso de servicios de salud mental ambulatorios en general entre los jóvenes de EE. UU.”, anotó. “Esto podría conducir a un efecto de goteo, en que el proveedor envía al niño al [departamento de emergencias] durante los momentos de crisis”.
La omnipresencia de los medios sociales también podría tener un rol notable en el aumento del riesgo de depresión de los jóvenes, reconoció Kalb, aunque enfatizó que “no se sabe si los medios sociales tienen un rol en el creciente uso psiquiátrico del departamento de emergencias”.
El análisis reveló que aunque en 2011 había alrededor de 31 visitas relacionadas con la psiquiatría a emergencias por cada 1,000 estadounidenses de 6 a 24 años de edad, esa cifra había aumentado a más de 40 en 2015.
Pero ese número se disparó incluso más entre algunos grupos.
Por ejemplo, se observó un aumento de alrededor de un 54 por ciento entre los adolescentes como un todo, y entre los niños y adultos jóvenes negros en particular. Entre los adultos hispanos, esa cifra aumentó a más de un 90 por ciento.
Además, las visitas de adolescentes de todas las procedencias que se relacionaban en específico con el riesgo de suicidio se multiplicaron por más de dos durante el periodo del estudio.
Los investigadores también observaron que aunque muchas visitas a emergencias fueron largas (más de la mitad duraron al menos tres horas), apenas alrededor de un 16 por ciento de los pacientes jóvenes fueron atendidos en algún momento por un profesional de la salud mental durante su visita. Esa cifra aumentó a un 36 por ciento entre los que buscaban atención por un intento de suicidio o autolesión.
“Es importante anotar que casi todos estos jóvenes vieron a un médico”, dijo Kalb. “El problema es que no todos los médicos de emergencias tienen entrenamiento en salud mental”.
Aun así, dijo que le “sorprendió los pocos que vieron a un proveedor de salud mental”, aunque reconoció que muchos hospitales rurales y comunitarios simplemente carecen de los recursos.
“Esto podría cambiar al aumentar el personal de salud mental en emergencias, crear ambientes especiales de admisión para gestionar solo la salud mental, usar nuevas tecnologías como la telepsiquiatría, y realizar un entrenamiento cruzado para los proveedores”, anotó Kalb.
La Dra. Susan Duffy es profesora de medicina de emergencias y pediatría en la Facultad de Medicina Alpert de la Universidad de Brown, y es médica asistente en el Hospital Pediátrico Hasbro en Providence, Long Island. Duffy fue coautora de un editorial publicado junto al estudio.
Al hablar sobre los motivos subyacentes de los hallazgos, Duffy describió un complejo panorama que implica diversamente los roles de la pobreza; la violencia; el abuso de sustancias en los jóvenes y en sus padres; la ampliación de la cobertura de seguro; la influencia de los medios sociales en el riesgo de depresión, aislamiento y ansiedad; la sobrecarga de información; y una falta de entrenamiento y experiencia de salud mental y en las pruebas de detección entre los médicos de atención primaria.
Aun así, independientemente del tipo de motivo que más incida, las tendencias generales están claras, enfatizó.
“Los datos sugieren que más de un 20 por ciento de los adolescentes de 13 a 18 años han experimentado un trastorno debilitante de salud mental”, señaló Duffy. “En los últimos 10 años, ha habido una creciente tendencia a visitas de salud mental en los niños, los jóvenes y los adultos jóvenes, y un creciente reconocimiento de que los recursos no satisfacen la necesidad de atención”.
El resultado es que los hallazgos “no deberían ser una gran sorpresa”, añadió.
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