Cuando los padres se enfocan en los smartphones, la mala conducta de los niños puede aumentar
¿Podría su smartphone provocar un berrinche en un niño pequeño? Quizá, sugiere un nuevo estudio.
Los niños pequeños cuyos padres interrumpen el tiempo en familia sacando sus smartphones y tabletas parecen ser más propensos a portarse mal, como por ejemplo a quejarse, enfurruñarse y los berrinches, reveló la investigación.
El autor del estudio, Brandon McDaniel, creó el término “tecnoferencia” hace unos cinco años cuando investigaba la intromisión de la tecnología en las interacciones cara a cara y las relaciones. Sus nuevos hallazgos sobre los niños y los padres refuerzan la investigación establecida enfocada en los efectos de la tecnología en el desarrollo infantil.
“¿A usted le gusta sentirse que alguien le ignora, cuando esa persona no le valida ni le escucha?”, preguntó McDaniel, profesor asistente de desarrollo humano y ciencias de la familia en la Universidad Estatal de Illinois.
“Con los niños pasa lo mismo, pero como no son adultos, probablemente lo muestren portándose mal con un poco más de frecuencia”, añadió. “La mayoría de padres realmente aman a sus hijos, pero es difícil que un niño lo perciba si usted está mirando fijamente su teléfono”.
Muchas investigaciones han observado el impacto de la tecnología en la rutina de los niños. Los niños y adolescentes de 8 a 18 años pasan más o menos 7.5 horas al día usando una pantalla (de televisión, computadora, teléfono celular u otro dispositivo) para entretenerse, según la Kaiser Family Foundation.
Pero este estudio incluyó encuestas de 168 mamás y 165 papás de niños pequeños de 170 hogares biparentales. Los investigadores preguntaron a los padres sobre su uso de smartphones, tabletas, computadoras portátiles y otras tecnologías, y cómo los dispositivos perturbaban el tiempo que pasaban en familia.
La tecnoferencia podría incluir revisar los mensajes telefónicos durante las comidas, los momentos en que se juega o las actividades de rutina con los hijos.
También se pidió a los padres que calificarán qué tan problemático era su uso de dispositivos, según la dificultad que sentían para resistirse a revisar los mensajes y preocuparse por las llamadas y los mensajes de texto. Los participantes del estudio también reportaron con qué frecuencia los dispositivos desviaban su atención cuando estaban ocupados con sus hijos de alguna otra forma.
Más o menos la mitad de los padres dijeron que la tecnología normalmente interrumpía el tiempo que pasaban con sus hijos tres o más veces al día, mientras que un 24 por ciento reportaron que sucedía dos veces al día, y un 17 por ciento reportaron que sucedía una vez al día. Las mamás percibían que su uso del teléfono era más problemático que los papás, mostraron los hallazgos.
Respecto a la conducta de sus hijos, los padres respondieron a preguntas sobre la frecuencia con que sus hijos se enfurruñaban, se quejaban, se frustraban con facilidad, hacían berrinches o mostraban señales de inquietud e hiperactividad en los dos meses anteriores.
Los hallazgos mostraron que incluso unas cantidades bajas o aparentemente “normales” de tecnoferencia se asociaban con más problemas conductuales en los hijos de los participantes.
Pero el estudio no probó una relación causal, solo que existía una asociación.
“En teoría, tiene sentido que si [la tecnología] interfiere en la calidad de la crianza, los niños reaccionen a una peor crianza”, explicó McDaniel. Dijo que también es posible que los padres “escapen” mediante la tecnología cuando sus hijos se comportan mal.
Susan Neuman es profesora de educación infantil y alfabetización en la Universidad de Nueva York. Alabó el estudio por resaltar el uso de tecnología de los padres en lugar del de los niños, que se examina con más frecuencia.
“Lo que veo con frecuencia es a padres que ignoran completamente a sus hijos, y con mucha frecuencia esto [conduce a] una mala conducta porque las necesidades de los niños se están ignorando del todo”, dijo Neuman, que no participó en el estudio.
“Los niños necesitan que haya interacción entre padres e hijos… son animales sociales”, añadió. “Cuando los padres se aíslan jugando con el teléfono, los niños no reciben esa necesidad humana básica, la atención en momentos particulares”.
Neuman dijo que establecer normas para el uso familiar de la tecnología con frecuencia no es efectivo. Pero anotó que los padres deben tener unos momentos clave cada día (durante las comidas, cuando los niños están preparándose para ir a la escuela, y la hora de irse a la cama) en los que evitar del todo el uso de la tecnología e interactuar completamente con sus hijos.
McDaniel dijo que “ahora, todos tenemos encima esos dispositivos, siempre… y la gente no debe sentirse culpable al respecto”.
Pero “de verdad debemos prestar un poco más de atención a la frecuencia con que sacamos nuestros teléfonos cuando estamos con niños pequeños, porque, como mínimo, esto se conecta con su conducta”, planteó.
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