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Más evidencias de que la obesidad puede acortar la vida

Más evidencias de que la obesidad puede acortar la vida

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Un estudio que rastreó el peso y la supervivencia de más de 6,000 estadounidenses durante 24 años refuerza la idea de que el aumento excesivo de peso puede conducir a una muerte más temprana.

Ser estadísticamente obeso, no simplemente tener sobrepeso, se vinculó con un aumento del 27 por ciento en las probabilidades de fallecer durante el periodo del estudio, según un equipo de investigación de la Universidad de Boston.

Las personas en la categoría de “obesidad” tenían un índice de masa corporal (IMC) de entre 30 y 34; 30 es el umbral estadístico de la obesidad. Por ejemplo, una persona que mida 5 pies y 4 pulgadas (alrededor de 1.63 metros) y pese 175 libras (casi 80 kilos) tiene un IMC de 30.

El riesgo de fallecer joven también fue más alto entre las personas “muy” obesas, es decir, las que tenían un IMC de 35 a 39. Las personas en esa categoría de peso tenían casi el doble de probabilidades de morir durante el periodo de 24 años del estudio, en comparación con las personas con un peso normal, señalaron el bioestadístico Ching-Ti Liu y sus colaboradores.

El estudio fue único, considera el equipo de Liu, porque no se basó en el IMC de una persona en un momento de su vida, sino que siguió el “historial de peso” de una persona a lo largo del tiempo. Esto debería “mejorar la precisión de los datos sobre el IMC y conducir así a unos mejores estimados de la asociación entre la obesidad y la mortalidad”, reportaron los autores del estudio.

Ese método sí ofreció un hallazgo que podría ser alentador para las personas que luchan contra el exceso de peso. Tener sobrepeso, pero sin superar el umbral de la obesidad de un IMC de 30, no pareció afectar la esperanza de vida.

El estudio encontró que las personas con sobrepeso podrían anticipar más o menos las mismas probabilidades de supervivencia que las que estaban en la categoría de peso normal.

“No hubo diferencias en el riesgo de mortalidad entre los que permanecieron con sobrepeso y los que permanecieron con un peso normal”, anotó Mark Pereira, epidemiólogo en la Universidad de Minnesota. Esto podría deberse a que unos cambios saludables en el estilo de vida podrían evitar la enfermedad, incluso en las personas con sobrepeso, sugirió en un editorial publicado junto al nuevo estudio.

Estudios anteriores “han mostrado con claridad que es posible reducir la incidencia de las enfermedades mediante mejoras en la dieta y la actividad física entre los individuos con sobrepeso y obesos, independientemente de que se logre o no perder peso”, añadió.

El estudio de la Universidad de Boston utilizó información detallada que se recolectó cada unos pocos años sobre el peso de casi 6,200 participantes adultos del Estudio cardiaco de Framingham, que se encuentra en curso, con unos registros que se remontaban 24 años.

En total, más de la mitad (un 56 por ciento) del grupo del estudio había fallecido a finales de 2014. Ser obeso o muy obeso pareció tener un impacto significativo en si la muerte ocurría de forma relativamente precoz, encontró el equipo de Liu.

Como fumar podría influir en los resultados, su equipo también analizó independientemente las estadísticas de los 3,075 participantes que nunca habían fumado.

Las tendencias parecían ser incluso más potentes ante la ausencia del tabaquismo, mostraron los hallazgos.

En ese grupo, ser obeso se vinculó con unas probabilidades de muerte un 31 por ciento más altas durante el periodo del estudio, mientras que ser muy obeso aumentó el riesgo casi 2.4 veces respecto al grupo de personas con un peso normal que nunca habían fumado.

Sorprendentemente, en el grupo de personas que nunca habían fumado, tener sobrepeso (sin ser obeso) sí pareció tener un efecto en la reducción de la esperanza de vida, en relación con las personas que tenían un peso normal.

En general, todos esos efectos parecieron ser más profundos en los hombres que en las mujeres, señalaron los investigadores.

Hubo otro hallazgo interesante. El impacto que la obesidad tiene en la supervivencia parece haberse reducido en las últimas décadas.

Según el equipo de Liu, esto podría deberse a un mejor “control de los factores de riesgo” (unos cambios saludables en el estilo de vida) o a mejoras en la terapia farmacológica (por ejemplo, las estatinas), las cirugías como las angioplastias o los baipases, y la atención en los hospitales.

Todos esos avances podrían mantener a los estadounidenses obesos con vida más tiempo que en décadas pasadas, señalaron los investigadores.

Aun así, escribió Pereira, “el resultado final de estos análisis fue que el riesgo de mortalidad más bajo se observó entre los individuos que permanecieron en las categorías de peso normal o de sobrepeso a lo largo del tiempo” y nunca se hicieron obesos.

Lograrlo podría estar haciéndose más difícil, añadió, dado que “hoy en día, tener sobrepeso o una obesidad leve, en relación con hace cuatro o más décadas, parece ser la nueva normalidad”.

Pero eso no significa que los estadounidenses obesos sean incapaces de mejorar su salud. Según Pereira, el estudio respalda “los cambios en el estilo de vida y en el ambiente para prevenir enfermedades crónicas y la mortalidad entre los individuos con sobrepeso y obesos”.

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