Casi 1 de cada 5 adultos jóvenes con autismo sufre de depresión, según un estudio
La depresión afecta a casi un 20 por ciento de los adultos jóvenes con autismo, muestra una investigación reciente, una tasa que es de más del triple que la observada en la población general.
Y los adultos jóvenes con autismo que tenían un funcionamiento relativamente alto, lo que quiere decir que no tenían discapacidades intelectuales, en realidad presentaban un riesgo más alto de depresión que las personas con formas más graves de autismo, encontraron los investigadores.
En el estudio, ese subgrupo con un mayor funcionamiento tenían más de cuatro veces más probabilidades de sufrir de depresión, en comparación con las personas sin autismo.
Las personas con autismo sin discapacidades intelectuales “podrían ser particularmente propensas a la depresión debido a una mayor concienciación sobre sus dificultades”, teorizaron los investigadores.
Según un experto de EE. UU., el hallazgo refleja lo que muchos que trabajan en el campo del autismo han observado.
“Dadas las considerables dificultades sociales que experimentan los individuos con un trastorno del espectro autista, no resulta sorprendente que tengan un riesgo significativamente mayor de depresión”, señaló el Dr. Andrew Adesman, director de pediatría del desarrollo y conductual del Centro Médico Pediátrico Cohen en New Hyde Park, Nueva York.
En el estudio, el grupo de Rai observó datos que dieron seguimiento a casi 224,000 suecos que vivían en un condado en particular entre 2001 y 2011. Un total de 4,073 habían sido diagnosticados con un trastorno del espectro autista.
Al seguir la salud mental de los participantes, el estudio encontró que cuando estaban en la mitad de la veintena, un 19.8 por ciento de las personas con autismo tenían antecedentes de depresión, en comparación con apenas un 6 por ciento de las de la población general.
No todo el aumento en el riesgo de depresión fue provocado por la genética, añadió el grupo de Rai, porque las personas con autismo seguían teniendo el doble de probabilidades de depresión en comparación con un hermano de parte de ambas padres que no sufría del trastorno. Esto sugiere que algo que no es el ADN, quizá el estrés de vivir con autismo, podría tener un papel en el riesgo de depresión.
El hallazgo de que el autismo sin discapacidad intelectual conllevaba unas mayores probabilidades de depresión subraya la necesidad de un diagnóstico más temprano, apuntaron los investigadores.
“Muchos individuos con un trastorno del espectro autista, sobre todo los que no tienen discapacidades cognitivas, reciben un diagnóstico tardío, con frecuencia tras experimentar otros problemas psiquiátricos”, escribieron los autores del estudio.
Esto puede cobrarse un alto precio psicológico, y quizá contribuir al riesgo de depresión, sugirió el equipo de Rai.
“Los individuos que reciben un diagnóstico de un trastorno del espectro autista a una edad más avanzada con frecuencia reportan un estrés de larga duración en relación con el aislamiento social, el acoso, la exclusión, y el conocimiento de que son distintos sin el marco de [un diagnóstico de] un trastorno del espectro autista que les explique por qué”, apuntaron los investigadores.
Entonces, un diagnóstico temprano podría ayudar a reducir el riesgo de depresión, teorizaron los investigadores, al ofrecer a los jóvenes con autismo un contexto en el cual comprender mejor su “diferencia” y la forma de afrontarla.
El Dr. Peng Pang es director de psiquiatría infantil y adolescente en el Hospital de la Universidad de Staten Island, en la ciudad de Nueva York. Pang dijo que el nuevo estudio “subraya la significación en la salud pública de la depresión en los trastornos del espectro autista, y debería animar a proveedores y cuidadores a realizar pruebas de detección y a tratar más activamente la depresión en esta población”.
Pang también cree que se necesita más investigación para diferenciar las experiencias y la estigmatización que podrían contribuir a la depresión en los jóvenes autistas.
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