Después de todo, quizá el tiempo frente a las pantallas no sea tan malo para los adolescentes
Los adolescentes que pasan muchas horas frente a pantallas todos los días (con videojuegos, smartphones, computadoras, la televisión y otras) quizá no se estén haciendo ningún daño a sí mismos, sugiere un nuevo estudio.
Un “punto óptimo” de tiempo frente a las pantallas podría incluso beneficiar el bienestar de los adolescentes al permitirles desarrollar conexiones sociales y habilidades personales, según los hallazgos.
“Unos niveles moderados de tiempo frente a las pantallas no parecen ser nocivos”, comentó el investigador líder, Andrew Przybylski, psicólogo experimental en el Instituto de Internet de Oxford en la Universidad de Oxford. “De hecho, parece que es poco probable que incluso los niveles excesivos de tiempo frente a la pantalla tengan un efecto negativo significativo”.
Pero varios expertos en salud infantil dijeron que no estaban listos para asumir ciegamente las conclusiones del nuevo estudio de que un tiempo excesivo frente a la pantalla quizá no sea un exceso de algo bueno.
La investigación incluyó a más de 120,000 adolescentes en Reino Unido.
Los autores del estudio dijeron que el bienestar mental de los adolescentes tendía a alcanzar su punto máximo en una de estas situaciones:
Al jugar videojuegos durante alrededor de 1 hora y 40 minutos.
Al utilizar su smartphone durante alrededor de 1 hora y 57 minutos.
Al ver videos durante unas 3 horas y 41 minutos.
Al usar computadoras durante alrededor de 4 horas y 17 minutos.
“Conjeturamos que ese uso moderado de las pantallas podría ser el reflejo de unas vidas sociales activas, jugar juegos para aliviar el estrés, o la autoexpresión artística en línea”, planteó Przybylski.
Para evaluar lo que ellos mismos nombraron “la hipótesis digital de Ricitos de Oro”, los investigadores revisaron datos nacionales de Reino Unido sobre adolescentes de 15 años respecto a su bienestar mental y el tiempo que pasaban frente a las pantallas.
Los investigadores encontraron que más tiempo frente a las pantallas no conducía automáticamente a un bienestar más bajo. De hecho, a los adolescentes podía irles muy bien incluso tras horas de exposición diaria frente a las pantallas, aseguraron los investigadores.
“Nuestros hallazgos sugieren que el uso moderado de pantallas en los adolescentes no tiene un vínculo detectable con el bienestar, y los niveles de participación por encima de esos puntos se correlacionan modestamente con el bienestar”, comentó Przybylski.
La Dra. Megan Moreno dijo que los hallazgos del estudio están “en línea” con las políticas de uso de medios de comunicación y adolescentes publicadas el año pasado por la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP). Moreno es una de las autoras del informe de la AAP sobre el uso de los medios de comunicación, y pediatra de la adolescencia en el Hospital Pediátrico de Seattle.
“Creo que tenemos el mismo mensaje”, dijo Moreno. “Un argumento clave de su estudio es que el uso de los medios de comunicación no es intrínsecamente malo. No vieron una relación lineal en que cuantos más medios se usen, peor se esté”.
Las políticas de la AAP consideran a los medios de comunicación como una “herramienta, y la forma en que se usa esa herramienta en realidad determina el resultado”, afirmó Moreno. “Creo que [los autores del estudio] encontraron que no es una relación simple. Los medios de comunicación ni son totalmente buenos ni totalmente malos”.
La AAP anima a los padres a hablar con sus hijos adolescentes y calcular cuántas horas pasan en distintas actividades importantes. La academia incluso creó una calculadora en línea para ayudar a los padres y a los adolescentes a crear un plan de uso de los medios de comunicación.
“La idea es priorizar las conductas claves de salud (como el sueño, la escuela y las actividades sociales), y dejar cierto tiempo para las demás actividades en los medios de comunicación”, planteó Moreno.
La AAP también anima a los padres a compartir algo de tiempo frente a las pantallas con sus hijos, a ver videos o a jugar juegos con ellos, añadió.
Las películas, la televisión y los videojuegos con frecuencia contienen temas que resuenan en las vidas de los adolescentes, como las citas románticas o el abuso de sustancias. “Puede ser un gran generador de conversaciones para los padres”, dijo Moreno.
Pero algunos expertos siguen mostrándose escépticos sobre el impacto del tiempo de pantallas en exceso.
La Dr. Ruth Milanaik, directora del programa de desarrollo del neurodesarrollo neonatal en el Centro Médico Pediátrico Cohen en New Hyde Park, Nueva York, dijo que el estudio indica que el tiempo frente a las pantallas puede relajar a los adolescentes, pero no intenta medir el impacto del tiempo frente a las pantallas en las notas escolares, el trabajo en equipo, la aptitud física o la salud en general.
“Los investigadores de este estudio no consideran ninguno de éstos como fines importantes; pero sin duda son fines importantes para los adolescentes mismos”, planteó Milanaik. “Este consumo digital ‘moderado’ debe ocurrir a costa de otras actividades que podrían contribuir al futuro de un adolescente de forma positiva”.
Y según el Dr. Matthew Lorber, director de psiquiatría infantil y adolescente en el Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York, aunque la autoestima de un adolescente podría beneficiarse de hacer nuevos amigos en línea, podría estar aprendiendo, o no, cómo gestionar las interacciones en el mundo real.
“El otro lado de esto es que permite a los niños y a los adolescentes no trabajar en sus habilidades sociales en persona”, advirtió Lorber. “A largo plazo, éstas pueden sufrir”.
Una señal de advertencia para los padres debe ser si los adolescentes prefieren explícitamente el tiempo frente a las pantallas en lugar de otras actividades, como las tareas, los eventos sociales o la actividad física, dijo Lorber.
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