El nivel alto de azúcar en la sangre de la mamá embarazada podría aumentar las probabilidades de que el bebé tenga defectos cardiacos
Hace tiempo que se sabe que la diabetes en el embarazo aumenta las probabilidades de que haya defectos congénitos cardiacos. Pero una nueva investigación muestra que la amenaza también podría extenderse a las mujeres que simplemente tienen unos niveles altos de azúcar en la sangre, no solo diabetes propiamente dicha.
“Este hallazgo podría tener un efecto profundo en cómo se evalúa y trata a las mujeres embarazadas, no solo con respecto a la diabetes, sino también con respecto a los niveles altos de azúcar en la sangre durante el embarazo”, dijo el Dr. Barry Goldberg, cardiólogo pediátrico que revisó el nuevo estudio y jefe de cardiología pediátrica en el Hospital de Southside en Bay Shore, Nueva York.
Tal y como explicó Goldberg, “la enfermedad cardiaca congénita se produce cuando el corazón no logra desarrollarse normalmente durante la vida fetal. Es el defecto congénito más habitual, y afecta aproximadamente a 8 de cada 1,000 nacimientos, o aproximadamente al 1 por ciento. Aunque muchos defectos son leves, otros pueden ser devastadores y una amenaza para la vida”.
Ya se sabía que la diabetes aumentaba el riesgo de una mujer embarazada de tener un bebé con un defecto cardiaco, pero este estudio es el primero en observar el modo en que los niveles elevados de azúcar en la sangre (sin diabetes) podrían afectar a dicho riesgo.
La nueva investigación fue dirigida por el Dr. James Priest, profesor asistente de cardiología pediátrica en la Universidad de Stanford. Su equipo examinó los expedientes médicos de miles de madres y de sus bebés nacidos entre 2009 y 2015.
En las mujeres que no tenían diabetes antes o durante el embarazo, el riesgo de tener un niño con un defecto cardiaco congénito aumentó un 8 por ciento por cada incremento de 10 miligramos por decilitro en el nivel de azúcar (glucosa) en la sangre en las etapas iniciales del embarazo, encontraron los investigadores.
“La mayoría de las mujeres que tienen un niño con una enfermedad cardiaca congénita no tienen diabetes”, dijo Priest en un comunicado de prensa de la universidad.
“Encontramos que en las mujeres que no tienen ya diabetes o desarrollan diabetes durante el embarazo, todavía podemos medir el riesgo de tener un hijo con una enfermedad cardiaca congénita al observar sus niveles de glucosa durante el primer trimestre de embarazo”, dijo.
Otro pediatra se mostró de acuerdo en que los hallazgos son importantes, pero añadió que se tienen que verificar.
El estudio es una observación retrospectiva de los expedientes médicos, y no el ensayo prospectivo que es el “estándar de excelencia” y que es necesario para demostrar que hay causalidad, dijo el Dr. Michael Grosso, presidente de pediatría en el Hospital de Huntington en Huntington, Nueva York.
“Los hallazgos se deben replicar ahora en un estudio prospectivo para asegurarse de que la asociación es verdaderamente causal”, dijo Grosso.
El equipo de Priest tiene planeado hacerlo para la nueva fase de esta investigación.
Si se demuestra la existencia del vínculo entre los niveles de azúcar en la sangre de la madre y los defectos cardiacos, podría cambiar la atención obstétrica, dijo Goldberg.
“Una manejo más temprano y más agresivo del azúcar en la sangre podría resultar en una reducción dramática en la incidencia de enfermedades cardiacas congénitas y salvar las vidas de innumerables bebés recién nacidos”, señaló.
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